Actualmente, el grapado es una parte integrante obvia y central de cualquier producción industrial de embutidos.
E incluso en las empresas pequeñas y medianas, la grapadora se ha convertido en una de las herramientas más importantes, ya que facilita considerablemente el trabajo y ahorra tiempo al sustituir el proceso de colocación, el cual requiere mucho trabajo. No obstante, no es tan banal como parece. Por supuesto que siempre se requiere un cierre para una tripa o una envoltura, pero los requisitos a este cierre son extremadamente diferentes.
Un cierre de grapa está sujeto a requisitos muy diferentes en la zona de tensión. Tiene que cerrar con seguridad tripas y envolturas de muy distinto grosor, así como tripas sensibles y duras, con suavidad, pero también con fuerza. Las secciones con capacidades muy variadas deben estar selladas igual que los productos que se corte en porciones con pesos precisos. Es posible alcanzar velocidades de producción de hasta 300 porciones por minuto, en función del peso de relleno, la viscosidad del producto y el diámetro del envase. Y además, hay diferentes formas de producto, como salchichas en porciones, longanizas, embutidos semicurvados y vejigas.
El cierre de grapa debe resistir la alta presión de llenado. El cierre debe ser hermético, pero flexible en su caso. El cierre de grapa también debe tener una estabilidad dimensional por encima de los 80 °C, ya que el producto puede someterse en su caso a otro tratamiento térmico posterior, por ejemplo, en el caso del queso que se ahúma. Debe sellar tanto los productos rellenos en caliente como los rellenos en frío. La tecnología de grapado es más sofisticada de lo que parece a primera vista.